Feria Internacional del Libro FIL 2013

Por: Ricardo Roman Enríquez Zerina

Fotografías: Paola Galicia


A pesar de los desastres naturales y los problemas de organización, donde fue más el problema del centro de acopio que el de las manifestaciones y los plantones, se pudo llevar a cabo la Feria Internacional del Libro en el Zócalo de esta capital. A primera vista, la feria era un espectáculo dominguero, porque la gente fue con sus hijos, y novios con sus novias, en un gran evento donde se vendieron libros de muchas editoriales importantes en nuestro país y del mundo.


En una parte de la feria se pusieron juegos para niños, donde jugaron muy felizmente. En un puesto de venta, un encargado le comentó al otro de que faltaban tres horas para que se fuera. Yo llegué como a las 4 de la tarde, entonces se fueron como a las 7 o un poco más tarde. Era un lugar, estilo autoservicio, donde los visitantes compraron libros, para leer o para sus actividades escolares o incluso laborales.

Algunas editoriales pusieron etiquetas para que la persona pudiera saber el costo, como por ejemplo la editorial Océano, cuyas etiquetas eran muy largas para que el precio se pudiera ver claro. Otras editoriales, como por ejemplo, Trillas, tenían un código de barras para que se viera el costo del libro por medio de un escáner laser. Otras, no tenían eso, pero una persona les decía a los visitantes el costo del ejemplar. En algunos puestos, no se podía distinguir la fila de los visitantes, lo que generaba una aglomeración muy molesta.    

El domingo fue un día ideal para ir, porque la gente llevó a sus familias a tener un lugar donde ir después de la misa, la religión que fuera. En el centro se pusieron unas plantas, además de unas cajas que parecían de madera para que el visitante se pudiera sentar.

Muchas personas se acercaron a los libros, para tener una experiencia maravillosa sin que una autoridad se los imponga. Una persona preguntó a un cajero de Limusa donde se encontraba cierto ejemplar. Él le respondió que tal vez en Paidós, porque ellos usa únicamente ejemplares técnicos. Por ser el último día del evento, hubo más gente en esta feria del libro, con ejemplares de las más variadas colecciones publicadas.

El sitio de Porrúa estuvo lleno de gente, que iba a ver las colecciones de Sepan Cuantos,(importantísima colección que se compara a Penguin Books por tener ejemplares de bajo costo), los cuentos de Círculo Editorial Azteca y hasta los Diccionarios de términos en español, derecho y literatura. También una revista tuvo su sitio, conocida como el nombre de Claroscuro, de tal importancia que vendió ejemplares atrasados de su revista de foto.




Como si fuera una coincidencia, en el punto de venta de editorial Oceáno estuvo el ejemplar de un libro de Juan Domingo Argüelles, que se dirigía a los lectores, que a los libros tanta falta le hacen. También los libros de Coraline y de Harry Potter estuvieron ahí, esperando un comprador para que al ir a casa, tuvieran un contacto solitario en la sala de su casa en o en una habitación, contando una historia para el lector que lo sigue.