World Press Photo

Museo Franz Mayer

Por: Silvia Espinosa

Exposición estremecedora que alcanza las fibras más sensibles de tu ser. Al visitar esta exposición tomas conciencia de la cruda realidad que nos rodea y que nos hace valorar lo que tenemos olvidando problemas triviales considerando que existen personas que sufren en cada instante por el castigo de haber nacido en el lugar en que lo hicieron. Su culpa, ninguna. Su pena, incomprensible.

Así es World Press Photo, sincera, sin cortinillas de humo. Es producto de 5666 valientes fotógrafos que decidieron tomar la elección de eliminar toda máscara para mostrarnos el mundo tal cual es, tal como ellos lo ven.

En esta exposición encontramos varias categorías, ninguna menos inquietante que la otra, en la que el fotoperiodismo en su máximo esplendor y con los mayores exponentes de todo el mundo refleja su sentir hacia ciertas circunstancias acontecidas alrededor del mundo.

Hubo varias fotografías que mantuvieron mi atención por la historia tras fondo que traían consigo, pero la que me marco con más intensidad fue la del fotógrafo iraní Ebrahim Noroozi titulada “Victims of Forced Love”. 

En ella nos relata la historia de Somayeh Mehri y Rana Afghanipour, víctimas de un ataque de ácido por parte del propio esposo de Somayeh y padre de Rana. Tras varios años de una vida de abusos por parte de Amir, esposo de Somayeh, esta toma el valor para enfrentar su temor y renunciar a la vida que él le daba, finalmente le pide el divorcio, cosa que para una sociedad como en la que viven, en la cual enaltecen el papel del hombre, mientras que el de la mujer es tomado con poca importancia, claramente significaría una gran deshonra para Amir. Por lo que la amenaza con destruirle la cara con ácido, hecho que concreta una noche de junio del 2011 mientras esta estaba dormida en compañía de su pequeña hija que solo contaba con dos años de edad, al ver que ella no retrocedía en sus planes de dejarlo para buscar una vida mejor a lado de sus hijas.


Las heridas que ambas sufrieron fueron terribles y les causaron daños que cargaran por el resto de sus vidas. En el caso de Somayeh, la pérdida de visión fue inevitable, mientras que la pequeña Rana perdió uno de sus ojos; ambas tienen quemaduras alrededor de todo su cuerpo, que además de generarles gran sufrimiento, lograron exiliarlas de su entorno social por el aspecto que dejaron las marcas de las mismas. El rechazo de la sociedad hacia esta valiente mujer y su pequeña hija son tan graves que ella prefiere mantenerse aislada en casa de su padre, su único refugio, pues fuera de ahí, su realidad se vuelve más severa con ella. El padre de Somayeh tuvo que vender sus tierras y con ayuda de la comunidad lograron recaudar dinero para ayudar a estas dos víctimas de cultura y la mentalidad del lugar en donde viven.

Lastimosamente este es solo un caso que expongo ante los cientos que se presentaron en esta exposición. 

Creo que debemos de hacer conciencia del mundo sobre el que estamos parados y ayudar a mejorarlo con pequeñas acciones que a lo largo del tiempo se harán más grandes si las fomentamos, para así algún día poder mirar atrás y solo contemplar esta exhibición como un doloroso hecho que no volverá a afectarnos porque decidimos contribuir a su erradicación.

Finalmente esta muestra nos lleva a contemplar realidades supuestamente lejanas, pero que nos unen por ser nuestros iguales los que las padecen. Es increíble como al visitarla, la mayoría de las personas logra sentir una empatía con ellas, generando un ambiente completamente silencioso al recórrela, como un silencio que mantenemos para honrar las memorias de todos los que viven en una realidad como esta. 


Es importante mantener vigentes estas muestras para así no olvidar que no nos encontramos exentos de sufrir una realidad como la que ahí se muestra, pues todos tenemos la misma debilidad. Todos somos humanos e irremediablemente, también somos víctimas de nuestro destino.♥